La agenda arancelaria de Trump sacude la economía y deja a la Reserva Federal entre la espada y la pared.
¿Una guerra comercial en plena desaceleración económica? Mal momento no, pésimo. El jueves, los mercados vivieron su peor día desde 2020 tras el mayor despliegue arancelario en más de un siglo, una estrategia firmada por el expresidente Donald Trump. Pero el verdadero protagonista, en silencio, es Jerome Powell. Y su dilema no tiene salida sencilla.
En un instante, se borraron 3 billones de dólares del mapa bursátil. El S&P 500 cayó un 4,8%. El Nasdaq perdió casi el 6%. Pero lo que para algunos fue un evento negativo de mercado, para la Reserva Federal fue un terremoto político y económico.
El día que lo cambió todo
La Casa Blanca ha dado un giro agresivo hacia el proteccionismo, una medida que históricamente ha sido sinónimo de distorsiones económicas y presiones inflacionarias. Mientras tanto, los datos macro siguen enfriándose:
- Las perspectivas de crecimiento se han debilitado.
- La probabilidad de recesión se ha disparado.
- Las expectativas de inflación, tanto de consumidores como de analistas, están subiendo.
Y por si fuera poco, el mercado laboral no ofrece mucho consuelo. Según analistas encuestados por FactSet, se espera que el desempleo en marzo llegue al 4,2%, su nivel más alto desde noviembre. Las nóminas también se desaceleran: 140.000 nuevos empleos frente a los 151.000 del mes anterior.
Todo esto pone a la Reserva Federal en un escenario envenenado: o actúa y arriesga credibilidad, o espera y se arriesga a un colapso económico.
¿Recortar o resistir? El dilema de Powell
Cuando la economía se enfría, lo tradicional es que la Reserva Federal recorte los tipos de interés para estimular la actividad. Y eso es precisamente lo que el mercado espera para este año: tres recortes, según las proyecciones actuales.
Pero aquí llega el problema: los aranceles introducen un nuevo factor inflacionario en la ecuación.
Históricamente, las guerras comerciales tienden a elevar los precios al consumidor, ya que las empresas trasladan los costes de importación más altos a los compradores. En este contexto, estimular la economía bajando los tipos podría terminar alimentando el fuego de la inflación—un problema que la Fed ha intentado apagar durante más de dos años.
Como explica Savita Subramanian, estratega de Bank of America: “Son las incógnitas desconocidas las que pueden provocar graves perturbaciones de la confianza. Perturbaciones que cambian los objetivos de generar alfa a mantener la liquidez”. En otras palabras, los inversionistas ya no quieren ganarle al mercado. Solo quieren no perder.
Una Fed sin margen de maniobra
Este no es el primer rodeo de Jerome Powell. La Fed ha navegado mares tumultuosos antes. Pero esta vez, el oleaje viene de todas direcciones:
- Aranceles que empujan la inflación al alza.
- Un mercado laboral que muestra señales de fatiga.
- Un presidente que celebra “el auge que se viene”, mientras los mercados caen como fichas de dominó.
Si Powell recorta tipos ahora, podría ser acusado de reavivar la inflación. Pero si espera demasiado, la desaceleración económica podría transformarse en una recesión completa. Y para entonces, reaccionar podría ser demasiado tarde.
¿Y ahora qué?
Para los inversores, este escenario es como caminar por la cuerda floja con los ojos vendados. Algunos ya han comenzado a mover su dinero a refugios más seguros:
- Bonos del Tesoro con duración corta.
- Acciones de sectores defensivos (salud, consumo básico).
- Oro, que ha repuntado en medio de la incertidumbre.
Otros apuestan por la liquidez: cash is king cuando todo lo demás está en el aire.
Pero también hay quienes ven oportunidades en el caos. Sectores que podrían beneficiarse de una mayor producción nacional, como manufactura o infraestructura, podrían brillar si los aranceles obligan a reconfigurar las cadenas de suministro.
¿Qué puede hacer Powell?
La respuesta no es clara. Y eso, en realidad, es el verdadero problema. La Reserva Federal, custodia de la estabilidad monetaria de EE. UU., se encuentra en medio de un terreno minado. Cada paso—subir o bajar tipos, actuar o esperar—tiene consecuencias graves.
El reto para Powell ya no es sólo económico. Es de confianza. Debe demostrar que la Fed puede responder a una crisis sin perder de vista su mandato dual: estabilidad de precios y empleo máximo.
En la encrucijada entre política comercial e integridad monetaria, Jerome Powell tiene que tomar una decisión histórica: ¿Prioriza contener la inflación generada por aranceles o se mueve con rapidez para evitar que la economía entre oficialmente en recesión?
Para los inversionistas, el mensaje es claro: prepárense para la volatilidad. Diversifique. Mantenga algo de efectivo disponible. Y por encima de todo, vigile cada palabra del presidente de la Fed con lupa.
Porque en este momento, la Fed no solo está en apuros. Está bailando en la cuerda floja con todo el mercado mirando.