Mientras Trump habla de “liberación”, los mercados actúan como si Powell tuviera la última palabra.
El 2 de abril fue anunciado como “el Día de la Liberación” por el Presidente Donald Trump. Pero en lugar de fuegos artificiales económicos, lo que explotó fue la ansiedad de los mercados.
Wall Street no se movió como lo haría ante una política comercial puntual, sino como si estuviera a la espera de una decisión clave de la Reserva Federal. ¿Qué revela esto? Que la guerra comercial no se está librando en los muelles ni en las fábricas, sino en los pasillos del sentimiento macroeconómico.
Aranceles que pesan como tasas de interés
Tradicionalmente, los anuncios arancelarios sacudían sectores concretos: automotrices, semiconductores o manufactura pesada. Pero lo que está ocurriendo ahora va mucho más allá. Las reacciones recientes de los mercados —con caídas del 9,2 % en el S&P 500 desde su pico en febrero y el Nasdaq volviendo a una zona de corrección— demuestran que el impacto es sistémico.
En otras palabras, los aranceles están actuando como una herramienta de política monetaria “improvisada”, generando efectos secundarios similares a una subida de tipos: reducción de la confianza, amenazas a la inversión, y riesgos inflacionarios. Todo esto ocurre sin los beneficios de previsibilidad ni transparencia que ofrece un anuncio del presidente de la Fed.
La incertidumbre como política económica
“La incertidumbre arancelaria es ahora en sí misma un lastre para la confianza económica”, afirmó recientemente Morgan Stanley. La falta de una estrategia clara en la agenda comercial de Trump ha resultado ser más corrosiva que los propios aranceles.
Y no solo lo dicen los bancos. Una encuesta de la CNBC entre CFOs revela que la mayoría espera que estos aranceles impulsen la inflación —y un número creciente ya se prepara para una posible recesión en la segunda mitad de 2025.
Un entorno donde tanto consumidores como empresarios elevan sus expectativas de inflación no solo es económicamente riesgoso; también es políticamente volátil. Cuando la economía se basa en conjeturas, la inversión se congela y la contratación se retrasa.
Estanflación: el fantasma que regresa
Incluso los más optimistas han comenzado a tambalear. Yardeni Research —conocido por sus lecturas optimistas del mercado— acaba de elevar sus probabilidades de un escenario de estanflación del 35 % al 45 %.
Esto ya no es una advertencia marginal: la estanflación (una combinación tóxica de estancamiento económico con inflación elevada) estaría comenzando a erosionar lo que hasta ahora era uno de los pilares de resistencia económica tras la pandemia.
“Estamos perdiendo la confianza en que la economía pueda mantenerse resiliente ante el reinado arancelario de Trump”, escribieron los analistas. Una frase contundente que condensa el sentir de gran parte de Wall Street.
Más allá del proteccionismo: una estrategia sin mapa
Trump ha dicho que sus nuevas medidas comerciales buscan “reorganizar” el comercio mundial. Sin embargo, esa reorganización no tiene un plan visible. ¿Dónde están los aliados estratégicos? ¿Dónde están los ajustes estructurales? ¿Cuál es el horizonte temporal?
Hasta ahora, lo que se percibe es una táctica de “presionar ahora y negociar después”. Pero ese enfoque, efectivo quizás en una mesa cerrada, tiene consecuencias muy distintas cuando se aplica a una economía de 26 billones de dólares.
Y los inversores lo saben: los mercados no reaccionan mal a las malas noticias, sino a la falta de respuestas.
El 2 de abril fue presentado como un punto de inflexión. Pero hasta ahora, lo que ha traído es más preguntas que certezas. Los aranceles se han convertido, para los inversores, en una especie de política monetaria extraoficial: menos predecible, más disruptiva y profundamente influyente en los flujos de capital.
Para quienes invierten a largo plazo, el mensaje clave es entender que esta guerra comercial trasciende el comercio. No se trata solo de acero, autos o chips. Se trata de la dirección futura de la economía estadounidense.
En este entorno, conviene apostar por activos resilientes: compañías con márgenes amplios, poder de fijación de precios y poca exposición a cadenas de suministro externas. También es esencial mantener una visión clara frente a la volatilidad: no todo retroceso es una señal de salida, pero tampoco toda corrección es una oportunidad de compra.
Como dijo una vez Warren Buffett: “El mercado es un dispositivo para transferir dinero del impaciente al paciente”. En tiempos de interrogantes arancelarios y sensibilidad macro, la paciencia bien informada puede valer más que cualquier predicción.