Wall Street contiene la respiración mientras se acerca la esperada revelación en el Día de la Liberación de EE.UU.
Hoy podría ser uno de esos días en que la historia bursátil se escribe a golpe de rueda de prensa. Desde el simbólico Jardín de las Rosas, el presidente Donald Trump presentará finalmente su largamente anunciada agenda arancelaria. ¿Será una jugada decisiva o un nuevo capítulo de incertidumbre?
Con los mercados esperando claridad y los nervios caldeados por meses de señales mixtas, los inversores están listos para cualquier cosa, menos más ambigüedad.
Mercado en pausa, pero no en pánico
A pesar de una constante avalancha de titulares contradictorios desde Washington, Wall Street ha demostrado una notable capacidad de aguante. El S&P 500 ha caído alrededor de un 8% desde su máximo histórico del 19 de febrero, pero ha rebotado levemente en las últimas dos sesiones. Nada espectacular, pero suficiente para sugerir que los mercados están en modo defensivo, no en modo pánico.
El índice de volatilidad VIX, apodado el “medidor del miedo” de Wall Street, se mantiene dentro de márgenes normales. Eso sugiere que, aunque hay ansiedad en el aire, aún no estamos en territorio de pánico.
Desde ING, el estratega Padhraic Garvey lo resume con precisión: “El tono fanfarrón que está adoptando la administración Trump ahora genera más aprensión que confianza”.
Mucho en juego, pocas certezas
Y con razón: más allá del anuncio de que Trump hablará esta tarde, los detalles clave aún brillan por su ausencia. La administración ha jugado con al menos tres propuestas distintas en los últimos días:
- Un arancel universal del 20% sobre la mayoría de importaciones.
- Aranceles recíprocos, variando país por país.
- Una tercera opción intermedia: aranceles moderados a un grupo selecto de países.
Esta última, reportada por The Wall Street Journal, añade una capa más de incertidumbre que inquieta a empresas e inversores por igual.
Más que castigar con tarifas, el verdadero problema parece ser el limbo continuo. La falta de un rumbo claro obliga a las empresas a frenar inversiones, posponer contrataciones y operar a la defensiva. Como resultado, la economía real empieza a sentir el efecto dominó.
Las señales económicas comienzan a titilar
No es solo una sensación, lo muestran los números. Esta misma semana, el índice ISM manufacturero —un pulso clave de la producción industrial— cayó por debajo de lo esperado, muy cerca a los niveles de contracción. El gasto en construcción también se enfrió y las vacantes laborales se redujeron más de lo previsto.
Y viene más: la Reserva Federal de Atlanta actualizó su cálculo de crecimiento económico para el primer trimestre de 2025… al -3,7%, frente a una estimación anterior del -2,8%. Ese es un golpe más fuerte de lo que muchos esperaban y una clara alerta sobre los riesgos de prolongar este estado de ambigüedad.
Lo que los inversores realmente quieren: claridad
Quizá el mayor error sería interpretar el llamado “Día de la Liberación” como un momento de política comercial. En realidad, es una prueba de fuego para la confianza en los mercados. La claridad, incluso si incluye noticias desagradables, permite planificación y estrategia. La duda permanente, en cambio, paraliza.
Los analistas coinciden: los mercados podrían tolerar cierto nivel de aranceles, siempre que esté claro el camino a seguir. Las empresas pueden cuantificar el impacto de un arancel del 10% o 20%. Lo que no pueden hacer es tomar decisiones en el vacío.
Tres escenarios para lo que viene
Mientras tanto, Wall Street juega con tres posibles escenarios sobre la mesa:
- Arancel universal: Esta sería la opción más agresiva y probablemente worse-case (el peor de los casos) para los mercados. Podría avivar temores de una guerra comercial y activar nuevas represalias globales.
- Aranceles recíprocos: Si bien suenan razonables en teoría, pueden ser un caos en la práctica. Invierten aún más tiempo y recursos en analizar país por país, producto por producto.
- Término medio: La opción más moderada podría ser la más digerible para los mercados, si viene acompañada de un mensaje claro y de una ruta a largo plazo.
El timing no podría ser peor
Todo esto ocurre mientras los mercados estadounidenses lidian con su peor trimestre desde 2022. Justo cuando esperaban señales de recuperación, se enfrentan a una nueva ola de incertidumbre motivada por decisiones de política interna.
Y no olvidemos que estamos en un año electoral. Eso añade una capa extra de cálculo político a cada anuncio, especialmente este que involucra empleo, competitividad y la narrativa “América Primero”.
Cuando el presidente tome el podio esta tarde bajo las flores del Jardín de las Rosas, no solo hablará de aranceles. Literalmente podría marcar el tono económico del resto del año.
Para los inversores a largo plazo, el foco no debe estar únicamente en cuán altos o bajos son los aranceles, sino en si finalmente se pone fin a la incertidumbre. Porque en Wall Street, como en la vida, el peor enemigo no es el riesgo… es no saber.
Así que ojo al discurso, pero más aún, escuche entre líneas. Porque hoy, más que aranceles, lo que está en juego es la confianza.
Y en los mercados, la confianza es oro.